

El uso de computadoras para hacer música está vastamente difundido y las utilizamos para hacer casi todo tipo de música. También es casi imposible encontrar producciones discográficas que, en alguna etapa de su proceso, non hayan sido bits dentro de una computadora. Asimismo existen millones de usuarios de computadoras que las usan como centro musical para reproducir su música favorita. Hoy en día la música y las computadoras están más ligadas que nunca en la historia.
Por otra parte desde las primeras experiencias elctroacústicas con computadoras han existido diversos sonidos muchas veces indeseados y evitados producidos por las computadoras. Muchos de los componentes electrónicos que conforman una computadora producen sonido al funcionar; motores, discos rígidos, monitores, ventiladores, fuentes de alimentación, etc. Asimismo ciertas partes de las computadoras pueden ser usadas como instrumentos de percusión.
Al mismo tiempo es destacable también que en las ciudades se acumula cada día más basura tecnológica. En un paseo vespertino podemos encontrar tirados entre la basura ordinaria todo tipo de gabinetes, impresoras, monitores, teclados, etc.
La obra propone un uso crítico de la tecnología, una elaboración poética de esta visión sobre la tecnología aplicada a la música. Es también, en cierto modo, un homenaje a todos aquellos diseñadores, fabricantes, vendedores y compradores de todas las computadoras que han quedado obsoletas. A esos cacharros que nos dieron tantos problemas y algunas satisfacciones.
Desde cierta aproximación a la estética y los procedimientos de la música concreta, y el ruidismo, el trabajo que se propone es un estudio organológico de los distintos componentes y tipos de computadoras (cuanto más ruidosas mejor) para lograr una librería de sonidos lo más variada posible teniendo en cuenta los sonidos producidos tanto eléctrica como acusticamente.